03.06.2005
ELEMENTOS DE FIN y FINAL
Actualmente, proliferan, los conceptos de ‘tiempos de cambio’, ‘tiempos de transición’, y ‘cambio de época’. Proliferan las nociones de ‘fin’, ‘post’ , ‘inter’, o ‘multi’. Como el fin del colonialismo, el fin del subdesarrollo, la caída de las ideologías, el fin de la historia, la era de acuario, o el new age. Esta variedad de conceptos, nos ofrecen coordenadas acerca de cómo percibimos la realidad social.
Bien podríamos pensar que todo esto es una equivocación. Un equívoco que ha sido producto de la mala asimilación de la aceleración de las comunicaciones, y el impacto del desarrollo de la técnica. Sin embargo, tenemos razones para llegar a pensar que existen pensadores que se identifican con una perspectiva llamada Posmoderna; que bien podría servirnos de marco de referencia para interpretar hechos sociales que hasta el momento no tenían explicación.
Jean Francois Lyotard, considerado uno de los maestros del tema señala que la modernidad está agotada, que la idea y proyecto de la modernidad, con sus fines de libertad, socialismo, o igualitarismo han sido destruidas, o más bien reemplazadas por los éxitos del mercado.
En consecuencia, es el fracaso de la historia universal, entendida que como el relato total de la humanidad y de todos sus relatos emancipadores.
Por otra parte, se señala el fracaso de la idea de pueblo como rey de la historia, como base de la soberanía popular, así el neocapitalismo no sería más que otro totalitarismo, sólo que este no busca legitimidad, ya que no es metafísico, sino empírico-pragmatista.
Actualmente, ya aceptado el paradigma de la modernidad como una etapa necesaria en el "desarrollo" de las sociedades, surgen pensadores que manifiestan en forma de denuncia y crítica las consecuencias (no esperadas) del proyecto ilustrado y cómo afectarían a la cultura occidental como la conocemos. Ha pasado mucho tiempo ya desde que las primeras críticas a la modernidad fueron formuladas tempranamente por escritores y artistas a comienzos del siglo. En aquellos días se temía en gran medida a los horrores de la guerra.
Así, el advenimiento de la modernidad no sólo integra una forma de organización política y económica, sino que también implica un ‘estilo de vida’ característico, una nueva valoración de las cosas, y nuevos ideales de hombre. Hablamos de un hombre humanista, progresista, urbano, e individualista.
La perspectiva posmoderna se presenta como una alternativa frente a los postulados modernistas, en cuanto a develar los productos sociales del actual modelo. La posmodernidad es un conjunto de proposiciones y denuncias acerca del estado actual de las sociedades que denuncia los productos y consecuencias del "Proyecto moderno", al tiempo que manifiesta la irrefutable consolidación de un modelo económico neocapitalista liberal y multicultural.
En consecuencia, ella NO es una propuesta teórica, ni tampoco es un nuevo modelo de sociedad ideal o utópica. Si devela una realidad actual, que sirve de marco de referencia para interpretar determinados fenómenos sociales.
La ilustración es quizás el periodo histórico de mayor encanto y esperanza, en donde se pone en juego la salvación del espíritu humano, por sobre el desarrollo del progreso y depositando la confianza en la exacerbación en el uso de la razón, lo que a través de su discurso imperante (empirismo científico), sentarían las bases de la verdad.
Si tuviéramos que definir la Ilustración entonces diríamos que esta no es más que la liberación de la humanidad de su propia culpa, la capacidad de valerse por sí mismo sin la ayuda de otros, la cual se traduce en una capacidad intelectual e independencia en la toma de decisiones.
Para Kant la pereza y la cobardía son culpables de que gran parte de los hombres continúen a gusto en su estado de pupilo. Por tanto, pareciera que la Ilustración no quiere más que una cosa, la libertad, y la más elemental de todas hacerse uso publica de su razón íntegramente. Si tuviéramos que sintetizar el sentido la ilustración esta no es más que la valoración de la razón en las relaciones sociales, políticas, económicas de un período histórico (aún vigente), enmarcado por grandes ideales:
Igualdad; Justicia; Confianza el progreso (económico); Confianza en la ciencia; Humanismo; Declaración de los derechos humanos (económicos-sociales/civiles-políticos); Libertad de conciencia; Universalismo; y, Racionalismo.
Depositados en lo que denominaríamos como el esfuerzo de la legitimidad de la ciencia (relato de la modernidad), discurso imperante que desplaza toda forma alternativa de relato. Una vez alcanzada la verdad, encontraríamos la libertad, fin último de la Ilustración. Las ideas sustentadas por la Ilustración son la génesis del siguiente período, y a la vez fundamento de la posmodernidad nos referimos a la modernidad.
Los principales teóricos de la modernidad utilizan concepciones bipolares, para explicar el proceso de evolución de las sociedades. Durkheim establece el quiebre entre la solidaridad mecánica – solidaridad orgánica. Por su lado, Tönnies devela el paso de la comunidad a la sociedad, por tanto la modernidad es un hecho concreto.
La posmodernidad
El posmodernismo expone las ideas de pensadores como Jean Francois Lyotard, Fredric Jameson, Augusto del Noce, Norbert Lechner, y Jean Baudrillard, entre otros. Así, la posmodernidad representa una ruptura con la sociedad moderna, ya que ésta sobreviene tras la modernidad; razón por la cual resulta difícil diferenciarlas sin apelar a fuentes necesariamente filosóficas y estéticas.
En consecuencia, la posmodernidad representa el fin de la modernidad o el fracaso del proyecto moderno. Esta perspectiva es una imagen pesimista y crítica de la sociedad. La modernidad se consideraba altamente racional y rígida, mientras que el posmodernidad parece más irracional y flexible.
En general, no existe un gran acuerdo entre los autores en torno a la descripción de la sociedad posmoderna, pero Lyotard la ejemplifica de la siguiente manera: “El eclecticismo de la cultura general contemporánea: escuchamos reggae, vemos una película del oeste, vamos a almorzar a McDonald y a cenar a un restaurante local, llevamos perfume parisino en Tokio y ropas ‘retro’ en Hong Kong; el conocimiento es un asunto de los concursos televisivos. Es fácil encontrar un público para obras eclécticas. Convertido en kitsch destinado para el gusto popular, el arte alimenta la confusión que reina en el gusto de los patrones. Los artistas, los propietarios de las galerías de arte, los críticos y el público nadan juntos en el ‘todo vale’ y la indiferencia reina en nuestra época”.[1]
Jean Francois Lyotard en su obra “La Condición Posmoderna” ofrece una clara visión acerca del conocimiento en la sociedad actual, según el autor, posmoderna. Nos señala que las grandes ideas emancipadoras son reemplazadas por los éxitos del mercado.
Cabe destacar que, “No existe una ‘teoría social posmoderna’ unificada, sino una pluralidad de teorías y posiciones posmodernas diferentes”[2]; por lo que nos encontraremos con distintas definiciones de un mismo fenómeno.
La teoría posmoderna se manifiesta en una amplia en una amplia variedad de campos como el arte, las comunicaciones, la filosofía, y las relaciones sociales, entre otras. Lyotard, señala que se carece de una teoría para explicar la realidad y las características de la sociedad.
El autor se preocupa principalmente del Conocimiento. Para él existen dos formas de saber, el científico y el narrativo. Y agrega que ambos necesitan una legitiman en metarelatos, retomando la tradición de Wittgenstein acerca de la relevancia de los juegos del lenguaje.
Estos ‘juegos de lenguaje’ son distintos en el saber científico y narrativo. El saber narrativo adquiere importancia al ser transportados de generación en generación, llegando a considerársele como el génesis del conocimiento vulgar o tradicional.
Y los relatos científicos reniegan de cualquier forma narrativa distinta o alternativa, aceptando sólo el lenguaje científico, el cual recurre a dos tipos de narraciones diferentes. Por una parte, el discurso filosófico (el idealismo de Hegel), y por otra parte, un discurso político (los valores de la revolución francesa y la ilustración). El saber del científico siempre se legitima en función de la justicia, del humanismo, la libertad, el progreso, el desarrollo; "solo por conocer", y para formar seres humanos íntegros; su objeto sería generar igualdad.
Actualmente, en una sociedad multiétnica, con diversas subculturas la función del metarrelato no es creíble, y cae en descrédito. Porque, justamente, ahora predomina la valencia pragmática de la tecnología (Heidegger y su ‘Ciencia y técnica’).
El autor agrega que posteriormente a la segunda guerra mundial, y patrocinada por las empresas capitalistas norteamericanas, se produce la pérdida de credibilidad de los metarelatos (capitalismo y comunismo), por tanto, en tiempos posmodernos lo que impera es una multiplicidad de micronarraciones en contraposición a un modelo de lenguaje homogéneo.
De modo que su denuncia es que la ciencia no busca, ya, la verdad sino la performatividad, es decir el desempeño y el rendimiento. Lo que genera una crítica al papel de las ciencias en tiempos posmodernos. Llegando a preguntarse: ¿para qué sirve ésta verdad?
Ya no se busca el saber por el saber del sabio, sino que ocurre un cambio de status de saber, ahora deviene en instrumental en términos parsonianos. Sólo el saber útil es valorado, es un valor de cambio, y por supuesto, no tiene valor de uso. En consecuencia, la enseñanza universitaria no es más que una institución que prepara los mandos altos y medios en puestos nada más que funcionales.
El saber se caracteriza en la sociedad posmoderna, por ser susceptible de ser almacenado en máquinas de lenguaje, y procesado como dato, al punto que la disponibilidad de la información posibilita el uso del poder. El estado se miniaturiza porque no maneja toda la información a diferencia de las multinacionales. Pero sí, el estado respalda al tipo de ciencia en curso en su rol legislador ético y legal.
Lo que pretende manifestar, Lyotard, es la develación de la pérdida del sentido de las ciencias, presionada por el mercado, lo que generaría la mercantilización de las relaciones científicas perdiendo la inquietud de conocer por el simple hecho de conocer.
Pero las relaciones sociales también se ven afectadas. El lazo social sólo se constituye en el juego de lenguaje reconocible entre los iguales. Ahora todo es información. Los actores sociales se descomponen, y pierden la noción de sí mismo; se desvanecen. No habría pasado, ni futuro. Ni utopía, ni historia; sino, sólo el aquí y el ahora.
En otro sentido, Fredric Jameson señala que la posmodernidad es la lógica del Capitalismo Avanzado. Destaca Jameson, que en los últimos años se caracterizan por el fin del ideal del arte, el fin de las clases sociales (o redistribución de las clases), el fin del marxismo y de la socialdemocracia, es decir, tiene la convicción final de todo.
Desde el expresionismo abstracto, el existencialismo, y la escuela moderna de arte; pasando por el Op art, Pop art, la síntesis de lo clásico y lo popular. Se habla, ahora del triunfo de la posmodernidad en la arquitectura, o más bien del diseño, que se presenta como una cultura comercial o de masas, que se fascina con lo Kitsch. Deviniendo en una cultura de la publicidad y el cine B.
La posmodernidad obedecería a la sociedad electrónica, la sociedad postindustrial, y alta tecnología, de modo que en ésta sociedad ya no se relaciona con los postulados del capitalismo clásico. Del mismo modo ocurriría en el arte, que ahora no sería más que una proposición de protesta para expresar el fetichismo de la mercancía. El material del arte es oscuro, sexual, provocador y transgresor de todo lo imaginable.
El arte posmoderno se caracterizaría por su superficialidad basada en la cultura de la imagen, la neutralidad valorativa, y el simulacro. Potenciado por el debilitamiento de la historicidad oficial auspician la democratización de la tecnología, la deconstrucción del lenguaje, la descentralización de la empresa, y la mercantilización de todos los objetos.
Como consecuencia de ello, el arte contemporáneo se caracterizaría con variables de fatiga (Epstein) en donde el aburrimiento, lo insípido y la falta de profundidad harían surgir un nuevo tipo de superficialidad que provocaría el ocaso de los afectos, y la muerte de las oposiciones, como esencia/apariencia, o el significado/significante. Todo es sustituido por la múltiple superficie y la ausencia de profundidad. Su consecuencia sería la euforia y la autoaniquilación. No hay un grito, sólo finales prematuros y autodestrucción, drogas y esquizofrenias.
Jameson anuncia el fin de la mónada y el ego. Pero también, habla de un sincretismo de todos los estilos estéticos. Así destaca una moda nostálgica y un gusto por lo pastiche (patchwork), es decir, se crea un nuevo espacio en donde el todo convive con todo, en un mismo lugar. En suma, todo esta permitido, mientras sea ejecutado en su propio ‘metro cuadrado’.
CONCLUSIÓN
Al parecer las ciencias sociales necesita herramientas conceptuales para abordar las consecuencias no esperadas de la modernidad, las cuales se relacionan con puntos de vista muy cambiantes y fragmentados, y por supuesto, se relaciona, también con el lenguaje, y los problemas de plurivocidad de sus significados. La sociología ya no se presenta con objetivos epopéyicos, sino solamente busca un lugar en la realidad social para comprender la realidad sociocultural.
Ahora, más que nunca necesitamos instrumentos de interpretación que nos permitan aproximarnos a respuestas significativas de nuestra realidad social. La expansión incontrolada de nuevos conceptos nos ha llevado a preguntarnos: ¿Qué es la posmodernidad? Al parecer no podemos definirlo, sino a través de sus características, o como señala Giddens, las llamadas consecuencias de la modernidad.
La pérdida de confianza, la falta de compromiso, la desesperanza, la falta de valores homogéneos que mantengan el equilibrio tanto social como individual son quizás las características más relevantes de la condición posmoderna.
Pareciera desde esta perspectiva que las grandes esperanzas depositadas en la Ilustración están siendo objeto de distintas críticas bajo diferentes enfoques (artístico, semiótico, comunicacional, y poder, entre otros) la ciencia ya no nos entrega las ilusiones que una vez nos prometió; la verdad es la misma, lo que cambia es la utilización de ésta.
La modernidad es un hecho ya aceptado. El modelo económico imperante es el ejemplo más claro que el desarrollo industrial basado en la implementación del capitalismo como eje conductor de la acción social, acción que se traduce en la utilización de la ciencia como modelo lingüístico unificador.
Por tanto, la posmodernidad no es más que una crítica emprendida por distintos sectores y pensadores interesados en la falta de coherencia entre las promesas ofrecidas por la Ilustración. Así en la sociedad posmoderna lo que sucede es que los grandes metarelatos no tienen credibilidad, por lo que se dice que hay una crisis de metarelatos.
En suma, “el posmodernismo presenta cuatro grandes características relevantes para el movimiento hacia nuevas síntesis en sociología. En primer lugar, el rechazo a la anterior búsqueda de una única y gran teoría sintética. En segundo lugar, la aceptación de una gama de esfuerzos sintéticos de menor alcance. En tercero, la destrucción de las fronteras disciplinares y a la idea de que las nuevas síntesis pueden inspirarse en ideas pertenecientes a varias disciplinas diferentes. En cuarto, la desmitificación de la retórica teórica, que permite a los sociólogos tomar prestadas libremente las ideas de otros para crear teorías sintéticas” [3].
En consecuencia, la pregunta central que se nos plantea es: ¿De qué metarelatos debe valerse la sociología para responder a las inquietudes actuales? y ¿Cómo se debe responder a las inquietudes posmodernas sin la ayuda de los metarelatos?... Si éstos carecen de validez y legitimación de antemano.
Notas
[1] Lyotard Jean Francois, “La Condición Posmoderna- Informe sobre el saber”, 4° edición, 1989, p. 76.
[2] Ritzer, George, “Teoría sociológica contemporánea”, 1993, Mc Graw Hill, p. 566.
[3] Ritzer, George, Ibid, p. 569.
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